Bueno gente, les cuento que desde hace rato tengo la idea de armar una especie de blog o página web con artículos escritos por mí, noticias, fotos, relatos míos y de otros moto viajeros, consejos etc etc... obviamente de MOTOS!!
Este es el primer artículo que escribí... tengo todo ahí guardado para cuando tenga algo de tiempo armar la página.
Mamá, me voy a comprar una moto…
- Yo: Má, estuve pensando y creo que me voy a comprar una moto.
- Adriana: NOOOO!!!! Estás loco vos. Ni se te ocurra eh!!! Cómo te vas a comprar una moto??!! No sabés lo peligrosas que son?!
Creo que todos nosotros/as, sin importar a qué edad fue, tuvimos esta conversación con nuestras madres. No importa si se lo dijiste a los 16, a los 25 o a los 40. Seguramente el día que tomaste la decisión de comprarte tu primera moto y se lo dijiste a tu vieja, ella tuvo una reacción similar.
En mi caso tomé la decisión de hacerlo hace un tiempo. Después de 5 años de recorrer los 25kms de ida y 25 de vuelta que separan mi casa de la oficina donde trabajo en microcentro (vivo en Ciudad Evita), ya estaba cansado de luchar contra el tránsito en la jungla de cemento: viajar “enzardinado”, piquetes, accidentes en la autopista, embotellamientos de hora pico, colectivos que no pasan más, subtes que están de paro, etc, etc. En fin, me tenían cansado todos los periplos que los que viven fuera de Buenos Aires tienen la suerte de no experimentar seguido, pero que para nosotros, lamentablemente, son cosas de todos los días…
Un amigo se había comprado su moto hacía un poco menos de un año por el mismo motivo que yo (una Hondita Storm), y le había picado el bicho de venderla para comprarse una Twister. Yo tenía la plata para comprársela, pero estaba en duda. Nunca en mi vida me habían interesado las motos. Mi contacto más cercano con este mundo (hasta entonces desconocido) era el programa de Discovery Channel “Orange County Choppers”, el cual veía bastante seguido.
Durante ese tiempo de indecisión, me encontraba en uno de mis tortuosos viajes de vuelta a casa en un colectivo de la línea 96. Eran los primeros días de Abril, pero hacía mucho calor. Ya había tomado el subte que me alcanzaba a la parada y estaba completamente transpirado. Estaba viajando colgado de una manija rota, amontonado y tratando de hacer equilibrio entre todos los pasajeros. El bondi estaba parado por el tránsito que había en la autopista, y en eso se me dio por mirar por la ventana… ahí lo vi a mi amigo con su Storm y su casco. Sí, era él con la misma moto que me había ofrecido!!! Pasó lo más pancho por entre los autos y lo vi perderse en el tránsito más adelante.
Dije: ¡¡Esto tiene que ser una señal!! Y ahí nomás cuando llegué al barrio, me fui para su casa y le dije que le compraba la moto.
Y bueno… ahí llegó la charla que ninguna madre quiere tener. Le dije que ya me había decidido y que la semana que viene le pagaba a Maxi y me la traía para casa. Su reacción, fue como escribí arriba.
Obviamente no quería saber nada al principio. Se quejó y protestó. Mi novia igual… que estás loco, que es peligroso, que la calle está llena de tarados, que te vas a andar haciendo el loco, bla bla bla… a mí no me importaba nada. Yo lo único que quería era no perder 3 horas (o más) de mi vida arriba del transporte público.
La compré, y antes de mandarme al centro aprendí a andar por mi barrio. Volvía del laburo y lo único que quería hacer era agarrar la moto y salir a dar vueltas, en lo único que pensaba era en eso. Después de un par de semanitas empecé a ir al trabajo, y ahí fue cuando me cambió la vida. Sin importar la hora, sin importar los piquetes, los accidentes, etc, tardaba solo 30-40 mins en llegar… la mitad de lo que tardaba antes. Gané tiempo y calidad de vida. Y no solo eso, sino que ahora hasta disfruto el viaje al trabajo, (siempre y cuando tenga la suerte de no cruzarme a ningún conductor idiota que me amargue el viaje).
A los pocos meses decidí cambiar la hondita Storm, por una FZ 16. El bichito de la pasión por las dos ruedas comenzaba a picar. Y ahí nomás volvieron los planteos: que con esta te alcanza y te sobra, que vas a ir más rápido, que esto y que aquello.
Pero con el tiempo se fue acostumbrando. Y a medida que ella veía como la moto me hacía feliz, fue aceptándola. (Además no le quedó otra, porque cambié 5 motos en 1 año jaja).
Hoy en día cuando viajo en la moto se pone nerviosa, pero entiende que esto es lo que me gusta, lo que me apasiona y lo que me llena de felicidad. Me entiende, y creo que mi felicidad la pone contenta a ella también.
Saludos!!!
Este es el primer artículo que escribí... tengo todo ahí guardado para cuando tenga algo de tiempo armar la página.
Mamá, me voy a comprar una moto…
- Yo: Má, estuve pensando y creo que me voy a comprar una moto.
- Adriana: NOOOO!!!! Estás loco vos. Ni se te ocurra eh!!! Cómo te vas a comprar una moto??!! No sabés lo peligrosas que son?!
Creo que todos nosotros/as, sin importar a qué edad fue, tuvimos esta conversación con nuestras madres. No importa si se lo dijiste a los 16, a los 25 o a los 40. Seguramente el día que tomaste la decisión de comprarte tu primera moto y se lo dijiste a tu vieja, ella tuvo una reacción similar.
En mi caso tomé la decisión de hacerlo hace un tiempo. Después de 5 años de recorrer los 25kms de ida y 25 de vuelta que separan mi casa de la oficina donde trabajo en microcentro (vivo en Ciudad Evita), ya estaba cansado de luchar contra el tránsito en la jungla de cemento: viajar “enzardinado”, piquetes, accidentes en la autopista, embotellamientos de hora pico, colectivos que no pasan más, subtes que están de paro, etc, etc. En fin, me tenían cansado todos los periplos que los que viven fuera de Buenos Aires tienen la suerte de no experimentar seguido, pero que para nosotros, lamentablemente, son cosas de todos los días…
Un amigo se había comprado su moto hacía un poco menos de un año por el mismo motivo que yo (una Hondita Storm), y le había picado el bicho de venderla para comprarse una Twister. Yo tenía la plata para comprársela, pero estaba en duda. Nunca en mi vida me habían interesado las motos. Mi contacto más cercano con este mundo (hasta entonces desconocido) era el programa de Discovery Channel “Orange County Choppers”, el cual veía bastante seguido.
Durante ese tiempo de indecisión, me encontraba en uno de mis tortuosos viajes de vuelta a casa en un colectivo de la línea 96. Eran los primeros días de Abril, pero hacía mucho calor. Ya había tomado el subte que me alcanzaba a la parada y estaba completamente transpirado. Estaba viajando colgado de una manija rota, amontonado y tratando de hacer equilibrio entre todos los pasajeros. El bondi estaba parado por el tránsito que había en la autopista, y en eso se me dio por mirar por la ventana… ahí lo vi a mi amigo con su Storm y su casco. Sí, era él con la misma moto que me había ofrecido!!! Pasó lo más pancho por entre los autos y lo vi perderse en el tránsito más adelante.
Dije: ¡¡Esto tiene que ser una señal!! Y ahí nomás cuando llegué al barrio, me fui para su casa y le dije que le compraba la moto.
Y bueno… ahí llegó la charla que ninguna madre quiere tener. Le dije que ya me había decidido y que la semana que viene le pagaba a Maxi y me la traía para casa. Su reacción, fue como escribí arriba.
Obviamente no quería saber nada al principio. Se quejó y protestó. Mi novia igual… que estás loco, que es peligroso, que la calle está llena de tarados, que te vas a andar haciendo el loco, bla bla bla… a mí no me importaba nada. Yo lo único que quería era no perder 3 horas (o más) de mi vida arriba del transporte público.
La compré, y antes de mandarme al centro aprendí a andar por mi barrio. Volvía del laburo y lo único que quería hacer era agarrar la moto y salir a dar vueltas, en lo único que pensaba era en eso. Después de un par de semanitas empecé a ir al trabajo, y ahí fue cuando me cambió la vida. Sin importar la hora, sin importar los piquetes, los accidentes, etc, tardaba solo 30-40 mins en llegar… la mitad de lo que tardaba antes. Gané tiempo y calidad de vida. Y no solo eso, sino que ahora hasta disfruto el viaje al trabajo, (siempre y cuando tenga la suerte de no cruzarme a ningún conductor idiota que me amargue el viaje).
A los pocos meses decidí cambiar la hondita Storm, por una FZ 16. El bichito de la pasión por las dos ruedas comenzaba a picar. Y ahí nomás volvieron los planteos: que con esta te alcanza y te sobra, que vas a ir más rápido, que esto y que aquello.
Pero con el tiempo se fue acostumbrando. Y a medida que ella veía como la moto me hacía feliz, fue aceptándola. (Además no le quedó otra, porque cambié 5 motos en 1 año jaja).
Hoy en día cuando viajo en la moto se pone nerviosa, pero entiende que esto es lo que me gusta, lo que me apasiona y lo que me llena de felicidad. Me entiende, y creo que mi felicidad la pone contenta a ella también.
Saludos!!!